lunes, 14 de junio de 2010

Un sábado especial

No nos levantamos como cualquier otro día, éste tenía algo especial, algunos con experiencia, otros no, pero la sensación era la misma. “Hoy hacemos nuestra presentación en el comedor”, otra cosa no pasaba por nuestras cabezas.

Era la hora de la verdad, no sabíamos si las reuniones y el hecho de juntarnos a decidir las actividades eran suficientes para llevar acabo esta función, pero las ganas y el entusiasmo no cesaban.

El reloj marco la hora de partir hacia Virgen de Lujan, y así el recorrido comenzó. Lu, conocida como la chofer oficial del grupo, se encamino a buscarnos en los diferentes puntos de encuentro, el principal era El Dardo Rocha, ubicado en 7 y 50.

Ya eran las tres de la tarde cuando, tras varios minutos en auto, arribamos al comedor y los niños que se encontraban esparcidos por el barrio, algunos en sus casas, otros en las cercanías del establecimiento, comenzaron a acercarse al lugar tras notar nuestra llegada.

Una vez todos reunidos en el patio del comedor, Lu, Mimi, Lala y yo, sorprendidos por la cantidad de niños que los recibían con sonrisas y alegría, nos presentamos junto a nuestro proyecto. Les explicamos cuales eran nuestros planes y objetivos y les preguntamos si ellos querían ser cómplices de nuestras actividades. Para nuestra alegría se entusiasmaron y nos respondieron con un si.

En ese momento nos dimos cuenta de que juntos podríamos lograr algo muy bueno y dimos inicio al producto de nuestras reuniones y juntadas.

El hecho de que nos encontráramos frente a niños de varias edades, desde siete a trece años, hizo que comencemos con una explicación básica desde el principio. “¿Qué significa derecho?” Fue la primera pregunta, luego lentamente, con explicaciones y definiciones, fuimos internándonos en el derecho a una identidad.

La timidez de los jovencitos nos vio obligados a inventar un juego para que se suelten, y así poder entender este derecho en conjunto. El juego que utilizamos consistía en hacer una ronda y pasarse una pelota, el que recibía el balón debía presentarse y darse a conocer y luego pasarla para que lo hagan sus compañeros.

Con este juego los niños comprendieron el derecho, y también aprendieron la responsabilidad que este conlleva, la de respetar las formas de ser de los demás y de no discriminar, ya sea por ser otro país o religión, y sobre todo no burlarse de los demás con sobrenombres que hieran los sentimientos.

Una vez finalizada esta actividad, los coordinadores del comedor llamaron a los niños a tomar la leche acompañada por una porción de pan dulce. Nos quedamos charlando con ellos mientras merendaban hasta que llego la hora de irnos.

Ya eran las seis de la tarde, y el sol comenzaba a caer, después de varios besos y abrazos nos despedimos con la promesa de volvernos a ver quince días más tarde.

Sacha Lechner

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